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Antonio Navarro, el mago del Hospital de Ronda

Navarro estuvo arropado por profesionales sanitarios del centro hospitalario durante su debut . // Área Sanitaria Serranía.

Este paciente de oncología sorprendió a usuarios y familiares con un espectáculo en la sala de espera: “Lo mejor que me llevo es que durante una hora pudimos olvidar lo que tenemos”.

Paloma González

Antonio Navarro Mateo es un vecino de Ronda, natural de Montecorto, que hace unos días debutó como mago en el Hospital de la Serranía.

“Bueno, yo no soy mago. He trabajado en el campo, en una panadería y en la construcción en Barcelona durante 40 años. Un día vino a casa un mago de aquí que tenía amistades con mi hija y me pareció interesante. Cuando me jubilé me compré dos libros y empecé a practicar y a aprender algunas cosas”, explica.

Humilde y cercano, Antonio nos cuenta que las cartas y los diversos juegos le han ayudado en su tratamiento contra el cáncer, del que ha tenido que ser operado en dos ocasiones y del que sigue recibiendo tratamiento.

De hecho, fue su enfermera, Ana Cortés, quien le animó a compartir sus conocimientos con el resto de enfermos:

“Un día entró a ponerme los medicamentos y estaba yo con mi barajita de cartas. A partir de ahí le fui haciendo algunos trucos hasta que un dijo me dijo que hiciese algo para el resto de pacientes. Fue ella, junto con la dirección la que lo preparó todo, hasta el traje. Yo sólo llevé mis cartas”.

Organizado por la EPA de Oncología como parte del Plan de Humanización, más de una veintena de personas pudieron disfrutar en la sala de espera de las habilidades de Antonio durante una hora. “El tiempo que estuvimos allí nos olvidamos de todo lo que tenemos. Era mi intención y lo mejor que me he llevado”, añade.

Desde el Área Sanitaria Serranía han agradecido este gesto altruista pues consideran que este tipo de actividades “promueven un entorno más amable y acogedor para los pacientes y sus familias, lo cual es fundamental en un contexto como el tratamiento oncológico”.

El propio Antonio reconoce que los días en los que tiene que acudir al centro hospitalario para recibir el tratamiento son muy duros y no todas las personas tienen la fortaleza emocional para sobrellevarlo.

Es por ello que no descarta volver a ponerse el gorro de mago en una segunda ocasión ya que le quedaron muchos juegos por hacer. “Me puso nervioso, pero sigo practicando. Siempre que el hospital lo permita, por mí no hay problema”.

Además, ha querido agradecer el trato que reciben los pacientes rondeños de oncología por parte de los profesionales sanitarios del hospital:

“Son un verdadero encanto y nos tratan como personas porque nos hablan y nos dan mucho cariño. He estado en otros donde no ha sido así. Olé por ellos”.