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Juan Pablo Anillo, un rondeño de altos vuelos

Anillo pidió una excedencia para formarse como piloto con una aerolínea española. // Juan Pablo Anillo

Anillo pidió una excedencia para formarse como piloto con una aerolínea española. // Juan Pablo Anillo

Tras trabajar como controlador aéreo en Fuerteventura y La Palma, el joven decidió formarse como piloto y la crisis sanitaria complicó sus perspectivas en el sector

31 Dec 2021 - 09:55 // Charry TV Noticias

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El rondeño ha trabajado como controlador aéreo en La Palma y Fuerteventura. // Juan Pablo Anillo
El rondeño ha trabajado como controlador aéreo en La Palma y Fuerteventura. // Juan Pablo Anillo

Actualmente reside en Cork, donde trabaja en un restaurante. // Juan Pablo Anillo
Actualmente reside en Cork, donde trabaja en un restaurante. // Juan Pablo Anillo

Durante su etapa como controlador aéreo, Anillo ha vivido situaciones como una amenaza de bomba. // Juan Pablo Anillo
Durante su etapa como controlador aéreo, Anillo ha vivido situaciones como una amenaza de bomba. // Juan Pablo Anillo

María José García

Cuando Juan Pablo Anillo (Ronda, 1992) concluyó su formación de Bachillerato en el Instituto Rodríguez Delgado, tuvo claro que su profesión estaría ligada, de alguna forma, a la aviación. Su primer contacto con este mundo llegó en la Academia de Suboficiales del Ejército del Aire.

Ya su padre había hecho la mili en esta unidad y, además, Anillo conocía la historia del rondeño pionero de la aviación Abbás Ibn Firnás gracias a la biografía que había redactado sobre su figura un amigo cercano de la familia, Antonio Acedo del Olmo. Un conjunto de circunstancias que fueron determinantes cuando el joven se vio ante el dilema de continuar o no en el Ejército.

“Me lancé a por ello y funcionó. Pasé el proceso electivo, hice el curso, luego estuve trabajando un año en La Palma y otro en Fuerteventura. Es un trabajo muy espectacular, muy de decisiones rápidas, momentáneas, mucha preparación. La formación que se recibe es muy buena y durante seis meses pasas los simuladores de emergencia. Te enfrentas a todas las situaciones posibles, lo tienes siempre presente y no hay ningún problema”, relata Anillo.

Fue precisamente en Fuerteventura donde vivió situaciones excepcionales, como una amenaza de bomba en un vuelo que se dirigía a Santiago de Compostela, pero para la que se había preparado sobradamente durante su formación.

“Tienes el procedimiento tan interiorizado que no hay una situación a la que te vayas a enfrentar que no hayas practicado antes en un simulador. Se complica mucho más. Puede que te pille una amenaza de bomba en vuelo, a nosotros nos pilló en tierra y fue simplemente que un niño que escribió una nota y lo dejó en un bolsillo del asiento. Puso: ‘Hay una bomba en el avión de nitroglicerina’’. Lo vio la azafata, dio el aviso y ya se puso en marcha todo el procedimiento”, rememora.

El rondeño confiesa que ese tipo de vivencias suelen ser las más satisfactorias, así como los momentos de mucho tráfico, ya que en tan solo una hora ha llegado a controlar en torno a una veintena de aviones en despegues y aterrizajes: “Te das cuenta de que el movimiento, el trabajo, causa un impacto real en la isla, porque en una hora 20 aviones mueve en torno a 3.000 o 4.000 personas que han pasado por ese aeropuerto, y tú has formado parte de ese engranaje para que se haga de manera segura, eficiente y puntual. Es una buena experiencia”.

El mes previo a la pandemia, Juan Pablo decidió tomar una excedencia para realizar un curso de piloto en el marco del programa de una compañía aérea que lo financiaba al 50% y prometía un contrato posterior. Sin embargo, las secuelas de la crisis sanitaria provocaron una parálisis en el sector: “No hay contrataciones, siguen muchos compañeros pilotos en ERTE o en situaciones complicadas, alguno incluso fue despedido y así estamos todos”.

Mientras espera a que surjan oportunidades que encajen con su formación y experiencia, el pasado mes de octubre Anillo decidió irse a vivir a Cork, Irlanda, donde trabaja en un restaurante. El gobierno irlandés ha impuesto recientemente restricciones horarias para la hostelería ante el repunte de contagios en la sexta ola. Con todo, el rondeño se muestra satisfecho y confía en que no pase mucho hasta que la situación mejore para poder seguir sumando experiencias en el aire.

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