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Cómo afecta el confinamiento a los niños y por qué se relajará para ellos esta medida

El confinamiento afeta de forma diferente a los niños en función de su franja de edad, de su entorno y de su sensibilidad. // Freepik

El confinamiento afeta de forma diferente a los niños en función de su franja de edad, de su entorno y de su sensibilidad. // Freepik

El pediatra Agustín Rubira y el psicólogo humanista José Rivero nos explican qué consecuencias acarrea para los más pequeños pasar mucho tiempo en casa

21 Apr 2020 - 11:48 // Charry TV Noticias

María José García

El pasado fin de semana el Gobierno central anunciaba que la medida de confinamiento se aliviaría parcialmente para los niños de 0 a 12 años, que a partir del 27 de abril podrán realizar salidas controladas en el entorno de su vivienda. Según explica el pediatra Agustín Rubira, el Ejecutivo ha tomado esta decisión después de que se produjera un descenso en el número de contagios en los niños. 

Rubira matiza que esta medida se toma “con cautela”, puesto que “el porcentaje de contagios es casi igual o un incluso hay una carga viral mayor en niños que en adultos”. A la hora de analizar cómo afecta el confinamiento a los pequeños, el pediatra distingue entre tres grupos:

-Niños de 0 a 3 años:

Rubira explica que los niños de estas edades más tempranas “son los que más necesitan salir a los espacios abiertos para su correcto desarrollo neurológico y por el bienestar de su estabilidad emocional”.

Sin embargo, el pediatra aclara que el confinamiento no es probable que conlleve graves secuelas, porque “los niños de estas edades tienen una capacidad de recuperación muy rápida, pero es cierto que el encierro les puede suponer mayor irritabilidad y trastornos del sueño”.

El pediatra añade que “en estas edades es necesaria la producción de vitamina D que se obtiene de la exposición moderada al sol, y de forma directa, no a través de un cristal”.

-Niños de 3 a 10 años:

Los niños de esta franja de edad pueden ser los que mejor afronten la cuarentena en casa: “Los niños de 3 a 10 años tienen una vida interior muy rica y una gran capacidad creativa, y con juegos, bailes, manualidades y representaciones teatrales pueden llegar a llevar muy bien el confinamiento. Es recomendable que no abusen de las pantallas, de los dispositivos electrónicos, especialmente en las horas previas al sueño, y que estos se utilicen pero por ratos cortos”.

-Niños de 10 a 12 años o preadolescentes:

Los menores en estas edades “están en una etapa en la que necesitan estar en contacto con otros niños de su edad, empiezan a pasar un poco de sus padres y necesitan cierto aislamiento y tiempo consigo mismos que hay que respetar y que dedican a sus aficiones”, como argumenta el sanitario.

Rubira concreta que los preadolescentes pueden sentir cierto desencanto hacia la nueva norma: “Tienen mucha necesidad de salir de casa para quedar con sus amigos, lo cual les puede llevar a cierto desengaño cuando se den cuenta de que esta nueva norma solo permite salir a los niños de uno en uno, y acompañado por un adulto con el que deben ir de la mano”.

En lo que respecta al uso de mascarillas, el pediatra informa de que tan solo es necesario que las lleven aquellos niños mayores de dos años que presenten síntomas asociados al coronavirus, como fiebre o malestar general, a los que pueden añadirse, en el caso de los pequeños, urticaria o gastroenteritis. 

Consecuencias a nivel psicológico del confinamiento:

Como apuntábamos anteriormente, el psicólogo humanista José River corrobora que “Los niños tienen una gran capacidad de adaptación para todas las circunstancias, por lo que resulta probable que las consecuencias, si existen, sean mínimas”. 

No obstante, ante largos periodos de confinamiento como el que vivimos, los niños pueden sufrir insomnio, ansiedad, irritabilidad, regresiones a etapas anteriores y miedos a enfermar.

“El confinamiento afecta a las emociones: tristeza, ansiedad, irritabilidad, con despuntes de conductas problemáticas y disruptivas, más miedo, e incluso conductas de mucha preocupación. En algunos niños estos síntomas pueden ser visibles desde los primeros días de aislamiento, mientras que otros pueden aparecer semanas más tarde”, advierte el psicólogo rondeño.

Además, Rivero asevera: “El contagio emocional de padres a niños es un hecho, y se agudiza en espacios pequeños y con pocos recursos. Los niños regulan sus emociones a través de sus relaciones con sus figuras de apego, a través del juego, la creatividad, el contacto con sus iguales, el aprendizaje y la actividad física. Tenemos que fomentar modos de regular las emociones de los niños que no solo dependan del manejo de padres y madres, quienes se están viendo desbordados por la situación”.

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