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El ciclista octogenario de la Plaza de San Cristóbal

Carlos Gracia en la plaza de San Cristóbal. // CharryTV

Carlos Gracia en la plaza de San Cristóbal. // CharryTV

Carlos Gracia, conocido en Ronda por su faceta profesional como maestro, pedalea veinte kilómetros diarios sin salir de este lugar

23 Aug 2013 - 14:59 // Charry TV Noticias

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Gracia sigue recitando los versos que enseñó a cientos de niños. // CharryTV
Gracia sigue recitando los versos que enseñó a cientos de niños. // CharryTV

Su carrera no tiene meta ni límite, pero sí un recorrido fijo: la Plaza de San Cristóbal. La recorre hasta en un centenar de ocasiones con su bicicleta, completando un recorrido diario de 20 kilómetros. Carlos Gracia tiene 83 años, una salud de hierro y una memoria envidiable.

Entre sus recuerdos se entremezclan las rutas y las pruebas ciclistas con las clases que impartió durante muchos años en Ronda y en pueblos de la Serranía. “Los jóvenes viven de las ilusiones y los mayores vivimos de los recuerdos”, afirma. Precisamente para seguir viviendo de esos recuerdos Gracia escribe en sus cuadernos la distancia que recorre cada día, las conversaciones que mantiene con sus vecinos y amigos e incluso lo que come.

La educación ha sido uno de los pilares fundamentales de su vida. Sus padres, ambos maestros, le inculcaron el respeto a la enseñanza, una profesión de la que se siente muy orgulloso y que califica como "mi mayor éxito personal". Cientos de rondeños fueron sus alumnos y otros tantos se sorprenden al verlo dar vueltas en una plaza que ha convertido en velódromo improvisado.

- ¿Cuánto tiempo dedica diariamente a esta actividad? 
Cada día hago una veintena de kilómetros, que son 100 vueltas diarias a la plaza. Es monótono y tal vez aburrido, pero no tengo otros medios y no me atrevo a salir a la carretera. A veces me cuesta mucho.

- ¿Cuándo empezó su afición por el ciclismo?
Siempre me gustó montar en bicicleta. Cuando llegaba la Feria de Ganado se hacía una carrera ciclista desde Ronda a Cuevas del Becerro. Por etapas, en total eran 42 kilómetros. Tengo un récord, un día lo hice cuatro veces. Pero no tengo testigos porque en cada parte iba con compañeros distintos.

- ¿Recuerda cuál fue su primera bicicleta?
Una Orbea azul. Entonces la casa Orbea era muy importante. Me la regaló mi tía.

- ¿Qué recuerda de sus rutas?
Los que me acompañaban con la bicicleta han ido muriendo. Recuerdo cuando bajábamos por la carretera de San Pedro y estaba todo lleno de piedras. Se nos rompían los radios y esperábamos a llegar allí para arreglarlos. Una vez en la costa, si el aire soplaba a la izquierda nos íbamos para Málaga y desde allí volvíamos en tren. Si soplaba para la derecha, nos íbamos para San Roque.

- ¿Cuál fue su mejor carrera?
Tengo muchos trofeos, aunque eran carreras sin importancia. Mi trofeo preferido corresponde a una carrera que gané en Ronda. Recorría la zona de la estación y Martínez Astein. Ese día iba yo con mala idea, puse el plato grande de 52 dientes y un piñón chico de 14. Salí como un cohete. Además, en Málaga quedé campeón provincial del Frente de Juventudes. La carrera era Málaga - Torre del Mar. Venían otros tres rondeños: Antonio Martín, Nazario Guerrero Perujo y Manuel Díaz Siles. Tuve la suerte de salir en cabeza, pensé que la única triquiñuela era ir delante para que no me pudiesen tirar. 

- ¿Cuál ha sido su mayor éxito personal?
Mi vida profesional. Siempre he querido mucho a mis niños, he trabajado mucho con ellos. Ganábamos poco, pero ¿qué importa lo que ganamos si hacemos algo tan importante? La escuela para mí ha sido sagrada. Mis padres también fueron maestros y montaron una escuela en el Barrio de San Francisco con más de cien niños. A mi padre le gustaba mucho la enseñanza y mi madre escribía de maravilla, tenía una sensibilidad especial.

- ¿Cómo recuerda sus clases?
Yo cantaba mucho en la escuela, decía muchos versos y los niños se los sabían. El primer día compraba dos bolsas de caramelos y si los niños decían los versos bien se los daba. Eran poemas cortos como:
La ardilla corre,
la ardilla vuela,
la ardilla salta
como locuela.
-Mamá, ¿La ardilla
no va a la escuela?
Ven, ardillita,
tengo una jaula
que es muy bonita.
-No, yo prefiero
mi tronco de árbol
y mi agujero.

Las tardes que estaba lloviendo y hacía frío les recitaba a Antonio Machado.
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
“mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón”.
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.

- ¿Qué le diría a los jóvenes que practican ciclismo o cualquier deporte?
Que no lo dejen porque la salud es un bien supremo. Lo principal es una vida sana y deportiva y yo seguiré subido a mi bicicleta hasta que me muera.

Comentarios

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Juan Alonso Román
Ha sido prudente en sus comentarios, Carlos Gracia, Don Carlos, es mucho más de lo que aquí puede leerse. Es natural teniendo en cuenta el medio tan limitado. Pero resumir 83 años en breves palabras es un acto de malabarismo. Su denominador común fue la escuela, sí, de la que mamó desde que nació. Pero también le marcó haberse criado sin su padre, maestro insigne, que fue injustamente desterrado de Ronda por culpa, y vaya paradoja, de las dos facciones enfrentadas en aquel tiempo. Y sus correrías por la Alameda del Tajo, y el "sufrimiento" del guarda de entonces, y sus escaladas por los aledaños del puente, y el silvestrismo, y la colmbofilia y los kilómetros recorridos junto a Don Antonio Valderrama "Lázaro" y..... son 83 años, ustedes comprenderán. Permítanme la expresión "Larga vida a Don Carlos"
24 Aug 2013 - 11:49
Juan Alonso Román
Dado el medio en que se cuenta.... la historia de Carlos Gracia, Don Carlos, resulta breve -no hay otro remedio-, pero en la de él falta el silvestrismo, rellenando personalmente las primeras autorizaciones para capturar fringílidas y embericidas, la colombofilia a la que probaba soltando palomas en distintos rincones de Andalucía para esperar a que regresaran a su patio, la cadencia de los pedales de su íntimo amigo, tristemente desaparecido, D. Antonio Valderrama -Lázaro-, y de otros tantos. El reconocimiento que ha hecho siempre a los ciclistas rondeños, del que fue fundador del club y a cuyos miembros y eventos dedicó multitud de manuscritos. Y la escuela, y sus padres, maestros también, y los alumnos, y la poesía, y las matemáticas que "sin sangre" entraban en aquellos tiempos tan severos... y la pena de criarse casi sin su padre porque, paradojas de la vida, las dos facciones de la guerra civil lo desterraron de Ronda. Una historia breve que bien merecería, quizá, un guión costumbrista.
Ánimo Don Carlos, sé que pasas por momentos difíciles y debes de saber que tratamos de ayudarte. Es un orgullo oir en Ronda... ¡Ah, Don Carlos, qué gran maestro!
Un abrazo
24 Aug 2013 - 17:37
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