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“Hay alternativas en el sector primario y alguien tiene que mantener el legado”

Cultivan sus productos en unos terrenos cercanos a Ronda y los transforman en conservas en un obrador ubicado en Los Prados. // CharryTV

Alba Marín y Arturo Triviño son dos jóvenes emprendedores serranos que apuestan por la sostenibilidad y la recuperación de las variedades tradicionales

Paloma González

La gastronomía sostenible es sinónimo de una cocina que tiene en cuenta el origen de los ingredientes, cómo se cultivan y cómo llegan a nuestros mercados y, finalmente, a nuestros platos. En diciembre de 2016, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 18 de junio como el Día de la Gastronomía Sostenible.

“Tras la pandemia de COVID-19, y cuando la Tierra se enfrenta a una triple crisis planetaria de alteración del clima, pérdida de naturaleza y contaminación, la gastronomía sostenible contribuye a la preservación de la vida silvestre por lo que nuestras tradiciones culinarias se hacen más relevante que nunca”, indican desde la entidad internacional.

Este principio es que llevó a dos jóvenes a serranos a emprender un negocio sostenible, acorde con su filosofía de vida, que pusiera en valor los productos locales y que permitiera recuperar las variedades autóctonas que se han perdido o están a punto de desaparecer.

Ellos son Alba Marín y Arturo Triviño, compañeros de vida y promotores de Conservas El Perol, una cooperativa que nació de manera oficial hace poco más de un año. Cultivan los productos en una pequeña parcela, propiedad del abuelo de Alba y los cocinan en un obrador en la pedanía de Los Prados, donde residen. Ofrecen pisto, sofrito, crema de membrillo o paté de berenjenas, entre otros.

“En una fila tenemos tomate rosa de la Serranía, en otra hay pimiento de pico tradicional de nuestra zona y en la tercera hilera hemos plantado berenjena blanca de Júzcar”, nos señala Alba en el espacio de cultivo.

“Son las que mejor se adaptan al terreno y las que nos traen mejores recuerdos de nuestra infancia. Trabajar en el campo es duro, pero muy gratificante. Además, el olfato es el sentido con mejor memoria y son muchos las imágenes que se nos vienen a la cabeza cuando estamos cocinando”, indica Arturo.

Triviño es licenciado en periodismo e incluso había trabajado durante un tiempo en la redacción de un medio de comunicación antes de hacer un cambio tan radical. “Formaba parte del Grupo Extiercol de Cuevas del Becerro y descubrí que labrar la tierra, plantar semillas y cuidar la plantación me hacía muy feliz”, añade.

Marín quería “alejarse de las pantallas” y continuar el legado de sus abuelos: “Quería transmitir y compartir las recetas de toda la vida, con los productos y los sabores tradicionales y se nos ocurrió que realizar conservas era una buena idea porque nos permite seguir en contacto con el campo, pero dándole un valor añadido al producto”.

Ambos apuestan por la economía circular y el trabajo en red, colaborando y trabajando de manera conjunta con otros pequeños productores y artesanos de la zona.