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Sí, existe (y está en todas partes)

Rafa, Fran y Luigi han realizado espectáculos en teatros y escenarios de toda España // CharryTV

Hablamos de magia e ilusionismo con Luigi Ludus, Fran Qué y Rafa y Punto con motivo del Día Mundial del Mago

Paloma González

Luigi Ludus nos cita en la plaza de María Auxiliadora, conocida como El Campillo. Nos dice que nos espera junto a la estatua de San Juan Bosco, patrón de los magos. “Juan, o Giovanni, porque era italiano, tuvo un sueño a los 9 años en el que se le apareció Dios y le dijo que se dedicara a predicar su palabra por el mundo. Por aquel entonces ya le gustaba la magia, así que decidió unir las dos cosas”, nos explica.

De esta manera, Juan Bosco iba a las ferias y a los mercadillos donde actuaban los magos para observar los juegos hasta descubrir como se hacía el truco. “Cuando se ordenó sacerdote, utilizó la magia para captar la atención de la gente ofreciendo un juego de malabares antes de la misa”.

Sin embargo, había muchos fieles que se marchaban antes de finalizar la Eucaristía, así que decidió invertir el orden: “Le dio una vuelta al asunto y empezó a ofrecer un juego de magia sólo a aquellas personas que se quedaban hasta el final. En el año 1953, en un congreso de magia que se realizó en Segovia, magos e ilusionistas decidieron que Don Bosco, que era como se le conocía popularmente, fuera nombrado su patrón. “La fecha concreta, el 31 de enero, tiene que ver con su muerte”, añade Fran Qué, con quien también hemos quedado para hablar de magia.

Precisamente, el inicio de estos dos ilusionistas en este arte está muy relacionado. Luigi y Fran eran los propietarios de la empresa llamada Animaciones Ludus. Seguro que aún muchos la recuerdan. “Hace unos 20 años de aquello. Entonces estaba más enfocado al entretenimiento, más cercano al clown. Pero no parábamos de formarnos y decidimos hacer un curso de magia. Nos enganchó de tal manera, que ya no quisimos hacer otra cosa”, explica Luigi.

Fran pone nombre y apellidos a la persona que le hizo querer ser mago: “Dani DaOrtiz, alumno directo del inolvidable Juan Tamariz y uno de los mejores del mundo. Me hizo un juego con una cuerda y me fascinó tanto que dije, yo quiero hacer eso. Y hasta hoy”.

Ambos han sido muy influyentes en la carrera profesional de otro rondeño. “Yo empecé hace diez años gracias a unos compañeros. Me llamaba mucho la atención y decidí dejar de lado mi faceta como animador y centrarme más en la magia, aunque algún resquicio siempre queda”, explica Rafa y Punto.

Ninguno de ellos sabe decir cuándo se produce el salto de payaso a mago ya que en los tres casos se trató de un proceso en evolución que aún sigue creciendo. No obstante, Rafa rememora la primera vez que se atrevió a hacer un juego: “Era un aficionado, y no sabría decirte si lo pasé muy mal o muy bien. Serían los nervios”. También Fran recuerda aquella primera actuación: “Fue en un pub en Villamartín. Utilicé las cartas y, si no me falla la memoria, Luigi andaba por allí”.

Estos magos lo tienen muy claro: la magia existe. Si crees en ella, existe. Y se encuentra en todas partes. “La magia es el arte de hacer posible lo que, a priori, parece imposible”, explica Luigi, a lo que Fran añade: “es un juego al que hay que querer jugar. Si vas implicando de verdad y le dices a tu mente que lo que está pasando no tiene explicación, puedes llegar, incluso, hasta a sentirla”.

Luigi nos recuerda que siempre es mejor utilizar la palabra juego en lugar de truco porque la segunda inspira engaño, mientras que la magia es ilusión y diversión. No obstante, no deja de ser un arte y requiere de mucho tiempo de práctica. “En mi caso, hay juegos que llevo años practicando, pero ninguno se me ha resistido”, asegura Ludus. Rafa explica que para él, lo más complicado hasta la fecha, tiene relación con la aparición de unos paraguas, mientras que Fran apunta que los de cartomagia suelen ser los más complicados.

Eso sí, ninguno de estos tres magos se ha planteado abandonar la profesión. “Lo más bonito de todo esto es poder ver las caras de ilusión de los espectadores”, asegura Rafa, que también se dedica a los deportes de aventura. Luigi reproduce aquel rezo popular de “Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy”.

Fran tiene muy claro que lo mejor de ser mago es ser mago: “Los que nos dedicamos exclusivamente a esto deberíamos sentirnos afortunados. Yo, al menos, es que siento tanta felicidad cuando hago un espectáculo... Ojalá todo el mundo pudiera sentir lo mismo en sus trabajos”.

El rondeño considera que es en estos momentos tan difíciles cuando más hay que creer en la magia, no sólo en la de los magos, dice, sino en toda la que nos rodea.