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“Nunca olvidaré el olor a lodo tras la inundación”

Esta huerta, ubicada en la Estación de Benaoján, se vio afectada por una crecida desbordada del río Guadiaro.  // CharryTV

Esta huerta, ubicada en la Estación de Benaoján, se vio afectada por una crecida desbordada del río Guadiaro. // CharryTV

Inma Sánchez nos abre las puertas de Molino de Simón, una vivienda del siglo XVII reconvertida en alojamiento rural que antes de 2018 fue el hogar de su familia

19 Mar 2025 - 11:01 // Charry TV Noticias

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Inma Sánchez.  // CharryTV
Inma Sánchez. // CharryTV

La vivienda aún conserva recuerdos a los que se han ido sumando otros, como las medidas de Simón, el hijo de Inma.  // CharryTV
La vivienda aún conserva recuerdos a los que se han ido sumando otros, como las medidas de Simón, el hijo de Inma. // CharryTV

Ahora están creando una zona de avistamiento de aves.  // CharryTV
Ahora están creando una zona de avistamiento de aves. // CharryTV

Paloma González

Han pasado casi cinco meses de las inundaciones que provocó la DANA en varias zonas del país, especialmente en la Comunidad Valenciana. Aquel episodio nos dejó de piedra y fueron muchos los rondeños y serranos que se desplazaron hasta Catarroja o Paiporta para echar una mano y apoyar emocionalmente, y muy especialmente, a nuestros paisanos residentes en estas localidades.

Esa ayuda desinteresada sigue emocionando a día de hoy a Inma Sánchez porque ella sabe muy bien lo que supone perderlo todo a causa de una inundación. “Cuando veía esas imágenes me venía inmediatamente el olor que deja una riada de esas características porque es horroroso y creo que nunca se me va a olvidar”.

Catalana con raíces montejaqueñas, Inma lleva más de tres décadas en la Estación de Benaoján, donde ha trabajado principalmente en el sector turístico. Ella y su pareja, el rondeño Salvador Soiza, son los propietarios de un antiguo molino de harina construido en el siglo XVII en la ribera del río Guadiaro a su paso por esta zona.
Los transformaron hace 25 años en su hogar hasta que el temporal de octubre de 2018 la destrozó.

“Con la crecida del río la planta baja se inundó por completo. Nosotros nos salvamos porque estábamos con nuestro hijo, en su habitación, en la parte de arriba y pudimos salir por una puerta que es por donde metían en su momento toda la materia prima”.

Se le llenan los ojos de lágrimas cuando recuerda cómo fueron los días posteriores: “Después de tantos años aquí, por supuesto tenemos una amistad con nuestros vecinos y con los compañeros de trabajo, pero jamás imaginé que íbamos a recibir tanto cariño en forma de ayuda. Me sorprendió cómo la gente llegó de manera voluntaria a ayudarnos a quitar el barro, a limpiar las zonas que estaban un poco mejor y a intentar recuperar parte de nuestros recuerdos y de objetos valiosos para nosotros”.

Los siguientes años no fueron fáciles, pero la familia ha sabido salir adelante y ahora comparten su casa con otras personas. “Después de aquello, transformarla en un alojamiento rural al que hemos llamado Molino de Simón por mi hijo”, explica.

Sus huéspedes están encantados ya que cuenta con 4.000 metros de jardín en la zona exterior. Además, están creando un avistamiento para aves. “Estamos trabajando en él y estamos muy ilusionados porque hemos pasado muchas horas en esta terraza, hemos visto muchos pajaritos y queremos que nuestros clientes también disfruten de este espectáculo natural”.

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